El regreso de un "clásico"

Los discos de vinilo se consolidan en el mercado de la música.

El vinilo regresa. Las ventas del nostálgico soporte presentan en Gran Bretaña las cifras oficiales de 1995, es decir, que superan el millón de ejemplares. Esto insinúa una progresión que empieza a desconcertar e ilusionar a las compañías discográficas. Un repunte comercial. Un límite a la piratería. Un incentivo para los fabricantes de tocadiscos y vinilos. Se trata aún de cifras modestas, pero la tendencia apunta a que la música inmaterial representa una frustración para los verdaderos amantes de la música que necesitan una carátula, un libreto, una "evidencia" formal de la música, y para conseguir todo esto llevan a cabo un ritual: el de comprar el disco. Extraer un disco con esmero del sobre que lo preservaba. Limpiarlo. Colocarlo en posición vertical, lejos de las fuentes de calor, y cuidar las agujas. Todo esto hacia que el propietario de un disco lo considerara cuna pieza única intransferible, por eso un disco de vinilo no se prestaba.Un disco de vinilo convertía a uno en intérprete. Requería un ejercicio de implicación. Y de una preparación para poner un disco.

"Los vinilos son la representación del arte de la música"

En este contexto de nostalgia y de sentimentalismo, tan propio de los coleccionistas, se explica porque las grandes multinacionales han iniciado las campañas de reediciones -títulos consagrados, álbumes históricos, señuelos comerciales- y el porque de que hayan editado en vinilo las novedades con garantías. Siempre se ha dicho que el sonido de un disco de vinilo en un buen equipo representa una experiencia musical nunca igualada por el compact disc ni por la tecnología inmaterial.

El arte de la música es algo que se puede transmitir de generación en generación :

-"¿Papá, qué es ese aparato?"

 -"Se llama tocadiscos. Y lo usábamos hace muchos, muchos años para oír música, hijo".